Una de las más grandes fiestas de Almonacid de Zorita ha sido siempre la del Corpus Christi que, en la llegada del verano, siempre en jueves, transformaba el pueblo primero en un hervidero de preparativos, y luego de músicas y festejos.
Centraba la fiesta lo religioso, con procesión llevando en andas la custodia con el Santísimo Sacramento. Delante del cuerpo de Cristo iban bailando unos danzantes que tradicionalmente realizaban evoluciones, y se tocaba música de chirimías y atabales. En ocasiones, se añadían coros de cantores. Esta procesión, saliendo de la parroquia de Santo Domingo de Silos, circuía el pueblo por sus calles principales, que se engalanaban con mantones, tapices y alfombras, siempre las mejores y más lujosas de cada vecino. En ocasiones, se llegaban a plantar árboles cortados de La Bujeda, por las calles, para dar sensación de mayor elegancia, y se ponían en algunas calles o plazas, o fragmentos de calles, alfombras o rodeles de flores combinadas en dibujos. Además de ello, se hacían representaciones teatrales, trayendo las mejores compañías del momento, que interpretaban piezas, entremeses o incluso autos sacramentales. Y, por supuesto, en la Plaza del Coso había suelta de toros y corrida de los mismos durante uno o días. También se celebraba, ya más popularmente, la Octava del Corpus.
La Hermandad del Santísimo Sacramento, la cofradía más antigua de la villa almonacileña, era, y es, la encargada de organizar la fiesta del Corpus desde el siglo XVII, con el patrocinio del Ayuntamiento de Almonacid de Zorita, y ahora de la Diputación Provincial, que la declaró Fiesta de Interés Turístico Provincial en el año 2012.
En 2022, y después de dos años de ausencia por la pandemia, la celebración del Corpus tendrá lugar el domingo, día 19 de junio “con más ganas que nunca”, señala Beatriz Sánchez, alcaldesa de Almonacid. Tras la eucaristía, se iniciará la procesión con la Custodia, bajo palio, portando el cuerpo de Cristo, como siempre fue tradición. El orden del desfile se mantiene con el paso de los años, encabezado por el estandarte de la Hermandad del Santísimo Sacramento, bien visible su distintivo y escapulario. Le seguirán el resto de las cofradías de la villa, que abrigan a la Custodia con dos filas de sus miembros portando antorchas encendidas, y también los niños que han hecho la primera comunión recientemente.
El recorrido de la procesión atravesará el casco antiguo de Almonacid, con salida y llegada en la Ermita de la Virgen de la Luz. Los almorcileños, organizados por calles y barrios, recibirán a la comitiva con ocho altares distribuidos en diferentes lugares del itinerario, con el corazón de Jesús como protagonista, que adornan con imágenes, colchas, alfombras de colores en el suelo y mantones en los balcones y ventanas. Están situados en las calles de Cervantes, Mayor, a la altura del Centro de Mayores, San Sebastián, de nuevo Mayor, en el cruce con la calle Virgen de la Luz y Gobernador, Plaza del Coso, dos en la calle del Trinquete y el último, frente a la Ermita. La decoración y montaje de este altar es un privilegio que se reserva al hermano mayor de la Cofradía.
En los años setenta del pasado siglo y unos años después de la recuperación de la tradición del Corpus, adormecida durante los años del éxodo rural llegó a Almonacid el médico, José María Madrigal, quien posteriormente fue alcalde de la villa. Fue su esposa, Engracia, quien relanzó la tradición de las alfombras del Corpus. De origen canario, trasladó a la villa alcarreña las costumbres de su tierra natal, en perfecta extensión de las que ya había en Almonacid. De este modo, los barrios empezaron a cuidar más sus alfombras, extendiéndolas por las calles.
Inicialmente, las embellecían con césped recién cortado, posos de café, cáscara de huevo, arena y pétalos de flores. Posteriormente, cuando la festividad adquirió una nueva dimensión, se comenzaron a decorar con serrín teñido.
El historiador popular de Almonacid, Román López, fija en 1978 el comienzo del recorrido de la procesión del Corpus tal y como hoy la conocemos, con todo el pueblo de Almonacid unido ese año por una alfombra de colores ininterrumpida.
En la actualidad, las alfombras multicolores conservan materiales utilizados años atrás, aunque ahora predominan el serrín y la viruta de madera teñidos. En total, se emplean unas tres toneladas de material. La creatividad de los vecinos aumenta cada año, con el diseño de figuras y motivos de gran vistosidad, con una infinita gama de colores que destaca sobre el asfalto y adoquines de las calles por los que transcurre la procesión, sobre unos dos kilómetros hermosamente adornados. Suelen ser estampas simétricas y geométricas, florales, religiosas y otros motivos ornamentales, pero cada edición muestra bocetos diferentes y llamativas sorpresas, al igual que ocurre con las alfombras principales que decoran cada altar. En este año, en el que se recupera la celebración, los diseños prometen ser espectaculares. El alfombrado engalana el recorrido completo de la procesión, ensamblando los ocho altares de otros tantos barrios.
Cada calle organiza a sus vecinos. Los barrios comienzan a teñir el material, se marcan con tiza en el suelo las líneas donde irán las alfombras y se pintan bocetos de cómo serán los altares. Son muchos los almorcileños que trabajan a pleno rendimiento toda la noche para que, con las primeras luces del alba del domingo del Corpus, las alfombras estén listas. A media mañana, la villa alcarreña brilla, hermosísima, con sus calles tapizadas de una gama infinita de colores.
Una vez acabado el trabajo, también resulta necesario cuidarlo, mimarlo, para que al paso de la procesión continúe perfecto, regándolo para mantener el color original. Los turistas incluso madrugan para contemplar, con estupefacción y embeleso, las labores de preparación, colaborando, en muchos casos, con las propias personas que las realizan.
Todos los vecinos participan en los preparativos de esta fiesta popular. Aparte del alfombrado por las calles que quedan unidas por un tapiz de colores y la construcción de los ocho altares, engalanan sus fachadas y balcones con tapices y mantones, convirtiendo a Almonacid de Zorita en una enorme exposición al aire libre.
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